Abogado para empresas en dificultades

La actividad de una empresa está sujeta a numerosos peligros, ya sean económicos, medioambientales o sanitarios, que no siempre son previsibles. Así, la empresa puede experimentar una serie de dificultades que podrían ponerla en peligro. Para evitar que la situación empeore y amenace la sostenibilidad de la empresa, estas dificultades deben prevenirse y abordarse tan pronto como surjan. Para ello, un análisis jurídico de la situación de la empresa por parte de un abogado puede ser decisivo y garantizar el ejercicio sereno de la actividad. El Despacho, a través del conocimiento de sus clientes y de la relación de confianza que se esfuerza por establecer con ellos, apoya a sus clientes para encontrar la solución más adecuada a las dificultades que se les presentan.

Como socio de las empresas, el Bufete está presente a su lado en todas las etapas de su actividad, desde su nacimiento hasta el final de la misma. Gracias a su reconocida experiencia en derecho concursal, el Bufete le acompaña desde las primeras dificultades que encuentra su empresa. Ya se trate de anticiparlas o de hacerles frente, el Bufete le asesora en todas las etapas del procedimiento:

– analizar las dificultades y determinar el procedimiento adecuado;

– realizar los trámites ante los tribunales competentes para la apertura del procedimiento;

– discutir con los órganos procesales y negociar con los acreedores para proteger los intereses de los clientes;

– redactar planes adaptados a sus necesidades;

– organizar el cierre del procedimiento.

Aunque el legislador ha querido adaptarse a los problemas de las empresas y ofrecerles soluciones adaptadas a sus necesidades, el arsenal legislativo resultante no ha dejado de aumentar en complejidad. El salvamento, la administración judicial o la liquidación judicial son procedimientos con regímenes y objetivos diferentes. Encontrar la solución para hacer frente a sus dificultades puede convertirse, por tanto, en un reto añadido a la gestión de la empresa. La ayuda de un asesoramiento eficaz, además de ser un evidente ahorro de tiempo, resulta entonces decisiva para definir el procedimiento que mejor responda a las necesidades de la empresa. El Bufete acompaña a su empresa en este meandro legislativo para ofrecerle la solución que más le convenga.

Además, la duración y la complejidad del procedimiento de quiebra pueden resultar agotadoras para los directivos de la empresa. En efecto, el seguimiento de un procedimiento de este tipo requiere una atención constante, difícil de conciliar con la gestión cotidiana de la actividad. La presencia de un abogado junto a los directivos de la empresa es una baza importante en la defensa de sus intereses, sobre todo teniendo en cuenta que los procedimientos de quiebra se ciñen a plazos ajustados y formalidades exigentes. Su conocimiento de los procedimientos, su capacidad de reacción y su pericia jurídica permiten al bufete defender plenamente los intereses de su empresa y hacer frente a las incertidumbres y responder a las distintas solicitudes que puedan surgir durante el procedimiento.

El cierre de un procedimiento de insolvencia suele implicar la asunción de compromisos por parte de la empresa en dificultades, reunidos en un plan. No obstante, estos compromisos no deben ser desproporcionados con respecto a la situación de la empresa, permitiendo al mismo tiempo la continuación de la actividad. Recurrir a un abogado a la hora de elaborar el plan es una alternativa que a menudo se revela decisiva para obtener un equilibrio entre la continuación de la actividad y los sacrificios necesarios: unos compromisos demasiado optimistas, por tanto irrealizables, o insuficientes, constituyen un riesgo para que se abra un nuevo procedimiento colectivo y marque el cese definitivo de la actividad. El Bufete, por su proximidad a sus clientes, tiene un conocimiento preciso de su situación, de sus puntos fuertes y débiles, y aparece como socio de elección para definir un plan adaptado a sus necesidades y determinar los compromisos que se pueden asumir y mantener, garantizando al mismo tiempo la sostenibilidad de la empresa.

Si bien los órganos procesales garantizan su buen funcionamiento, no por ello deja de estar libre de conflictos, especialmente en las relaciones con los acreedores de la empresa. La reactividad es entonces decisiva para poner fin a un desacuerdo, que de otro modo podría pesar sobre el resultado del procedimiento. Si el desacuerdo se convierte en litigio, hay que determinar la mejor estrategia jurídica para resolverlo, a fin de evitar que el litigio empeore la situación de la empresa. El bufete le apoya en la definición de esta estrategia y le representa en caso de evolución jurídica del conflicto. El bufete le apoya y asesora durante el precontencioso, el litigio o los procedimientos amistosos.